Historia
El cerro Tamaya, 1600-1970: Una aproximación a su perfil cronológico de ocupación humana histórica.
Frank Vicencio López
Siempre han existido dudas acerca de cuándo y dónde comenzaron los trabajos mineros en Tamaya. Por ejemplo, en fechas tan tempranas como 1843, el gobernador de Ovalle indicaba que Tamaya había sido descubierta alrededor del año 1700 y Panulcillo en 1800 (Valenzuela, 2000:52). Estos errores han convivido, además, con la noción de que todo habría comenzado en el auge minero e industrial de mediados del siglo XIX, haciendo escasas menciones a su historia colonial y menos aún a sus antecedentes prehispánicos. Es repetitiva la noción de que Tamaya comenzó su historia minera hacia 1830 con la figura de José Tomás Urmeneta (Kuntz, 1925:63; González Pacheco, 1954:46), personaje que casi solo habría modernizado las faenas desde 1840 (Pederson, 1966:208).
Esta confusión aumenta en la medida que muchos testimonios orales parecen compartir algunos elementos en común, el más notorio es aquel que destaca al mismo Urmeneta como el iniciador de casi toda la minería del sector. Este imaginario fue forjado lentamente en la forma de relatos populares alrededor de un fogón, un mate y el silencio de la montaña, mientras alguien -quizás el único funcionario público del sector- leía párrafos del Libro del Cobre de Vicuña Mackenna o las crónicas de José Silvestre. Por esto es que aún hoy Urmeneta parece ser una especie de presencia inmanente entre pirquineros y ex trabajadores tamayinos.
En este trabajo exploratorio intentamos abordar una línea cronológica básica para obtener un panorama temporal de larga duración sobre la ocupación del Cerro Tamaya y las zonas directamente vinculadas como Huamalata, Cerrillos, Camarones y Talhuén, a partir de la revisión de la mayor cantidad posible de documentos publicados hasta hoy.
Periodo prehispánico. Hasta ahora no se han hecho estudios sistemáticos acerca de la presencia indígena en el Cerro Tamaya mismo, sino solo en sus alrededores (Troncoso et al, 2014. Pascual, 2019), pero a distancias que no indican una relación directa. Muestra de ello es que el sitio arqueológico del periodo Arcaico Tardío y bautizado como “Tamaya 1”, se trataría de “…campamentos residenciales a cielo abierto que aprovecharían su emplazamiento en espacios aptos para la recolección de frutos vegetales y su posterior procesamiento” (Troncoso, 2016:208). Otras evidencias han sido encontradas en los alrededores de Cerrillos de Tamaya (Cortés Miranda, 2019 y 2021). Dada la naturaleza geológica de las formaciones minerales en esta parte de la Cordillera de la Costa (con una marcada zonación vertical que coronan en afloramientos oxidados de alta ley) es muy probable que hayan existido manifestaciones superficiales de minerales cupríferos que fueron explotados, especialmente aquellos de uso ceremonial por su vistoso color (p.e. turquesa o crisocola). Existen testimonios de hallazgos ocasionales de piezas arqueológicas en el cerro mismo, lo que da un frágil indicio que sus faldeos y cumbres no estuvieron ajenos a alguna actividad extractiva prehispánica o al menos de su presencia. Es evidente que más de 400 años de trabajos mineros intensivos debieron destruir las evidencias más importantes, a lo que se suma hoy la actividad de grupos de “buscadores” que han estado extrayendo numerosas piezas del ya escaso patrimonio histórico-arqueológico que aún se conserva.
1575 (aprox.). A fines del siglo XVI, el Cerro Tamaya quedó dentro de los deslindes de las numerosas y extensas propiedades recibidas y adquiridas por el conquistador Francisco de Aguirre, bajo la denominación de “Hacienda de Limarí”, además de la estancia de Tongoy hacia la costa (Cortés Olivares, 2003:25). El modelo impuesto se basó, como era la costumbre, en el traslado indios encomendados a las zonas de extracción minera, creándose pueblos. Según Vicuña Mackenna, el “…fundo de los descendientes de don Francisco de Aguirre, que a las veces trabajaban una corta vena de metal para menesteres domésticos, o cultivaban la valiosa hacienda de Limarí, situada en deleitoso valle a su pié. Esta, así como la mina, eran beneficiadas por unos pocos indios, últimos vestijios de numerosas encomiendas…” (1883:194). Los descendientes del matrimonio de Pedro Pastene (hijo del célebre navegante Joan Pastene) con María de Aguirre, adquirieron la propiedad de lo que se denominaba “Estancia de Tamaya” (Cortés Olivares, 2003:25).
1619 (23 dic). Al fallecer Pedro Pastene, se menciona la continuación de trabajos mineros en el Cerro Tamaya en una escritura de compañía entre Francisco Cortés de Monroy, Lázaro Martín Redondo y Doña María de Aguirre para sacar cobre en una mina en el Cerro Tamaya (no se especifica qué lugar preciso). María Aguirre, viuda del capitán Pedro Pastene, aparecía en 1619 como propietaria de unas minas de cobre en Tamaya, llamada Descubridora, con 10 indios, “una carreta y dos barretas grandes”, la que iba a ser trabajada en conjunto con el capitán Francisco Cortés y el alférez Lázaro Martín Redondo, quienes a su vez ponían otros 10 trabajadores cada uno, una carreta, 12 mulas y 7 barretas grandes, 2 pasadas de fuelles, almocafres (herramienta para sacar hierbas, plantar o trasplantar), tenazas, garabatos (probablemente, herramientas para colgar o asir algún objeto pesado), almadanetas (mazo de fierro o bronce usado en los ingenios de minas para moler los metales) y una buena cantidad de vino para los indios y negros dedicados a la fundición. Toda esta faena iba a estar dirigida por un mayordomo español. Todos los trabajadores “…han de vivir y tener sus ranchos en el asiento de las dichas minas”. Consta en el documento que hasta se llevaría una especie de libro de control de asistencia de los indios. El cobre extraído sería dividido en 3 partes iguales (Jara y Pinto, 1983:203-205).
1620-1680. “Don Ignacio de la Carrera e Irigoyen (1620–1682), abuelo del General José Miguel Carrera y sus hermanos, hizo su fortuna en las minas de Tamaya. Su hijo, Ignacio de la Carrera y Cuevas (1747–1819), heredó la riqueza minera cercana a Ovalle” (Moraga, 2013:94).
1690 (aprox.). “Otra gran estancia de esta familia, era la de Tamaya, al pie del célebre cerro de este nombre, donde poseían una viña pequeña y algunas minas de cobre de labrar, que comercializaban en La Serena, para la fabricación de utensilios domésticos y de trabajo, tales como: alambiques, fondos, etc.” (Peña, 1994:49). La propiedad agrícola cercana al Cerro Tamaya fue recayendo en diferentes nombres familiares. “A la muerte del último Pastene, pasan a ser propiedad del general Marcelino Rodríguez Guerrero, corregidor de La Serena y luego de su viuda, María Rosa de la Carrera y Ureta, descendiente de Ignacio de la Carrera Yturgoyen, célebre militar de la Guerra de Arauco, Gobernador de Niebla en 1671 y fundador de la familia en Chile” (Peña, 1994:54).
1700 (aprox). Bartolomé Pastene y Salazar (1672-1722), casado con María Argandoña, vecina de Tucumán, matrimonio que tuvo un solo hijo que fallecería a temprana edad, es mencionado como alguien que mantuvo importantes inversiones en Tamaya y Los Choros, negocios que terminarían fracasando. Bartolomé era hijo de Jerónimo Pastene y Aguirre (Cavieres, 1993:74-75). La paulatina fusión de los Pastene con los Aguirre permitió la adquisición de varias estancias, entre ellas la de “Tamaya, del Espíritu Santo y la encomienda de indios de los pueblos de Sotaquí, Limarí y Elqui” (Cavieres (1993:72).
- 1723. Evidencias de instalaciones artesanales para trabajos en cobre labrado al interior de la “Estancia de Limarí”, de acuerdo con un inventario hecho para arrendar el lugar a Joseph de la Vega en 1723. El inventario señala la existencia de una fragua de labrar cobre, compuesta de 4 paradas de fuelles con sus cañones, 4 yunques grandes de bronce y dos cuartos, uno para guardar el cobre que se labraba y el otro para las herramientas. Ambos estaban cubiertos de totora y “…son de tapias con sus puertas cada uno que tiene llave de lobaz (sic) otro candado francés y los techos maltratados”. Dentro de estos recintos se guardaban las siguientes herramientas para las fraguas: 19 machos largos, 18 machos redondos, 4 azuelas de cortar el cobre, 4 cabos yerros, 5 estacas de rebatir, 8 tenazas huecas de forjar, 6 caldeadoras, 6 martillos de manos 2 tijeras de cercenar el cobre, 3 tenazas, 2 garabatos de forjas, 2 safaderas, 3 martillos de rebatir, 6 tenazas maneras, 1 bigornia pequeña, 1 tornillo con su nabo clavado, 2 argollas de guarnecer, 5 punzones, 2 cinceles , 1 cajón, 1 traspuntador, 2 martillos de zerrar (sic) 1 [martillo] de picar, 1 sufridera (pieza de hierro que se pone debajo de otra que se está labrando y ha de ser atravesada por el punzón) y un lobillo, 2 tableras, 2 martillos largos, 1 de tinglar, 1 tal de yerro (sic), 2 tornillos de nabo , 1 cuchara de fierro, 2 garabatos de fierro, 3 martillos de cobre, una balanza, fiel de paliar y las bajias de cobre con 4 pesas de cobre (Peña y Araya, 2000:38).
- 1763. José Guerrero y Carrera “… que tenía más inclinaciones por la minería que por la agricultura, fue enajenando sus propiedades para solventar empresas mineras, que no siempre fueron exitosas. Así, vende en 1763, la estancia de Tamaya a otro minero hacendado, Ventura Marín” (Peña, 1994:54). Más información en página 61 de Peña (1994).
- 1795. Según el informe de los hermanos Heuland (1795), en el cerro Tamaya se trabajaban “minas de cobre” y, si bien no especifica su número, nos menciona una llamada “Arenillas” de propiedad del teniente José Fermín Marín y Aguirre, quien fue su descubridor hacía 26 años (es decir, hacia 1769). A su vez, Marín era Alcalde Provincial (Amunátegui, 1928:173), tenía encomienda de indios mineros (Contreras et al, 2014:51) y su nombre se relacionó fuertemente con el trabajo esclavo con documentados maltratos laborales (Arre, 2012:82). Continuando con Heuland, se menciona que su hijo Félix Marín trabajaba otra mina descubierta, a su vez, por Ventura Marín. Se indica que la “…veta nombrada Campanil y titulada hoy de San Lázaro”, era trabajada por Ramón Guerrero, que existía otra llamada «Faluero Falguen, distante cinco leguas de Huamalata», trabajada por Bernardo del Solar y Juan Antonio Torrejón. De esta última persona, nos dicen los hermanos Heuland que “… vivía con toda su familia en el cerro” (Heuland, 1795:104).
La noción de que “Arenillas” fue uno de los primeros trabajos, se ve confirmada por testigos de la segunda mitad del siglo XIX, tal como Varas Campaña (1877:142) y Aracena, que indicaba que: “La mina Arenillas, situada en la parte sureste del cerro, es la considerada como la más antigua, como Pizarro, Campanil, etc.” (1884:164), criterio similar al de Chouteau (1887:182), quien agrega las minas Mercedes y Merceditas, mientras que las “…minas Pique, Rosario, San José, Dichosa, Guías, etc., no se trabajaban 40 años atrás” (1887:182), es decir, no antes de 1840. El mismo nombre “Arenillas” hace referencia a “material de desecho del mineral, el resultado que obtienen los pirquineros después de moler el mineral” (Rescate del lenguaje minero… 2012:14), lo que sugiere que el lugar ya era usado como área de molienda de minerales extraídos en las cercanías.
1800 (aprox.). Bernardo del Solar y Lecaros hereda de su suegro, don José Fermín Marín y Aguirre [hijo de Francisco de Aguirre y Riveros, descendiente del fundador de La Serena] (…) las ricas minas de Tamaya: Chaleco, Pizarro y Almagro, quienes fueron los primeros en tomar posición (…) del Cerro Tamaya (Álvarez Cortés, 2007:25, basándose en Vicuña Mackenna, 1883:195).
1800 (aprox.). Bernardo del Solar y Lecaros compra la estancia de Guamalata y “… levantó el injenio de cobre que llevó aquel nombre industrial i fue uno de los más socorridos de la era colonial”, convirtiéndolo en uno de los más importantes “cobreros” de la época (Vicuña Mackenna, 1883:196).
- 1803. Juan Egaña en su conocido informe de 1803 indica que el “Mineral de Tamaya” estaba en la Diputación de Coquimbo y era “…árido y de difíciles caminos, aunque no le faltan aguas; es escaso de leñas;…” (1803:82). A continuación, Egaña muestra la siguiente tabla donde especifica las faenas (1803:82-83):
- 1809. Compra de 504 quintales de cobre a Bernardo del Solar por José Antonio Astorga (8 ½ pesos por qq), alquilando 115 mulas (Álvarez Cortés, 2007:26). Este cobre aparecería en Pichidangui en el escándalo del buque Escorpión (Vicuña Mackenna, 1883:136-139).
- 1815. Pedimento de la Mina San José por Bernardo del Solar, concesión que le fue hecha en forma definitiva en 1821. La ley de sus minerales era de 10 a 12 quintales por cajón (Piwonka, 2004).
- 1817. Se funda el Baile Chino de Guamalata “…por la familia Monterrey, apellido que fue en el siglo XVIII parte de la encomienda de don José Fermín Marín quién, por su parte, mandaba a sus indios explotar minas de cobre en Tamaya y Andacollo. Los Monterrey eran un linaje indígena que formaban parte del pueblo de indios de Guamalata, tal como se aprecia en un listado confeccionado con ocasión de la visita de Ambrosio O’Higgins al norte en 1788, el cual fue parte del fundamento para la abolición de las encomiendas y la reducción de estos indígenas a pueblos de indios” (Contreras et al, 2014:51). Este mismo año, se funda también el “Baile de Danzantes de Tamaya” (Albás, 1943:109). Hay evidencias de la difusión del culto a la Virgen del Rosario en el Limarí, ya en etapas muy tempranas de la Colonia (alrededor del año 1600), práctica asociada a una antigua tradición de los sacerdotes dominicos. La presencia de un santuario en Andacollo hacía acudir indígenas del Limarí (Peña, 1994:34-35).
- 1820. En la década del 1820, Bernardo del Solar trabajaba minas en el lugar y había instalado en la estancia de Guamalata un importante ingenio para la fundición de cobre (Nazer, 1994:41).
- 1823. Aristía denuncia una mina de cobre en la veta Arenillas. “Ese mismo año compró la mina Almagre, también en Tamaya, por $524. Esta última fue trabajada por Mariano y sus descendientes hasta mediados de la década de 1860; en 1839 él la consideraba como «la principal parte de su fortuna»” (Valenzuela, 2000:72).
- 1825. El Baile de Danza nº 5 de Andacollo habría sido organizado a partir de una agrupación de familias mineras tamayinas y devotas de la Virgen “…en 1825 en honor a la Virgen, aunque su inscripción en el santuario data recién de 1932 (…). El primer jefe de este baile habría sido un señor de apellido Araya. Así consta en un cuaderno de anotaciones escrito en julio de 1982 por el actual jefe.” (Contreras, et al, 2014:287).
- 1827. Bernardo del Solar vende sus propiedades mineras a sus 4 hijos (Álvarez Cortés, 2007:27).
1831 (22 abril). En el sector denominado Tuquí, se crea la Villa y Departamento de Ovalle (Perry Lanas, 1931:90-91).
- 1831. En la recientemente creada Villa de Ovalle, se comenzaron a usar hornos de reverbero en “…1831 por los hermanos Valenzuela y después por David Luiz” (Valenzuela, 2000:24), este último, el fundidor del mismísimo Charles Lambert.
1833 (octubre). Urmeneta denuncia la mina Mollacas que había pertenecido a su cuñado Mariano Ariztía y, al año siguiente, la mina El Pique, que terminaría siendo una de las más ricas de Tamaya (Cabrera y Bugueño, 2019:32). Con las ganancias obtenidas en Mollacas, pudo continuar sus trabajos en la mina Pique (Valenzuela, 2000:73). Urmeneta no tenía experiencia como minero, pero se es estima que su trabajo con Ariztía lo interiorizó en estas labores. Además, es probable que se la haya cedido porque era gobernador de Ovalle y juez de minas (Nazer, 1994:42-43).
1834 (ene). La fortuna beneficia rápidamente a Urmeneta, cuando se descubre un gran alcance de minerales en La Mollaca, entregando unos 200.000 pesos de la época (la cifra la estima Vicuña Mackenna, 1883:177). Se habría construido la célebre casa en el sector La Placilla (Álvarez Cortés, 2007:34-35). Los minerales encontrados estaban constituidos por bornita o bronces morados, uno de los sulfuros de cobre de más alta ley que existen.
1834 (25 sept.). Urmeneta denuncia la mina El Pique (o también llamada “El Durazno”) (Bugueño y Cabrera, 2011:67), la que es trabajada de una forma mucho óptima que los antiguos laberintos coloniales (Nazer, 1994:43).
1836 (dic): El naturalista e historiador francés Claudio Gay Mouret, contratado por el Gobierno de Chile, visitó los trabajos mineros de Tamaya (Sagredo, 2009:23).
1840 (década). Época de grandes lluvias que obligan a construir socavones de desagüe (Nazer, 1994:43). La cada vez mayor producción minera del Cerro Tamaya demanda ya una enorme cantidad de mano de obra, paralizando otros proyectos privados como la construcción de canales y faenas agrícolas (Cortés Olivares, 2003:38).
- 1840. Construcción del “Socavón Lecaros”, comenzado por Calixto Guerrero y Ramón Lecaros en este año y comprado por J. T. Urmeneta en 1864 (Varas Campaña, 1877:132). Hasta la década de 1970 existía una placa de bronce en su entrada con la inscripción “Socavón Lecaros / Principiado en el año de / 1840 por Don Ramón Lecaros, / y continuado por Don José Tomás / De Urmeneta, desde las 600 varas / en que lo recibió en el año de 1864” (citado de Pederson, 1966:180). 600 varas corresponden a 500 metros aprox. El Socavón Lecaros “era un proyecto monumental que pretendía cortar a gran profundidad la veta principal de Tamaya, explotando, en su camino, las minas Las Ánimas, San Lázaro, Campanil y las que encontraran” (Nazer, 1994:44).
- 1845. Primera mención al poblado de El Oro, hecha por Serafín Álvarez, quien indicaba que “… en las cercanías de donde llaman «El Oro» se encontraba una mina de cobre” (Bugueño y Cabrera, 2011:66-67).
- 1846. J. T. Urmeneta es elegido diputado por Ovalle, se traslada a Santiago donde construye una casa (Nazer, 1994:44-45).
- 1851. Inscripción que estaba en el socavón Cuadros: “En julio A.D. 1851 se dio principio a la obra de este socavón, bajo la dirección del ingeniero de minas don Teodosio Cuadros, y a las trescientas treinta y dos varas se cortó la veta principal en octubre de 1856” (Bravo Coo, 1930:7).
1852 (oct). Urmeneta alcanza la “Veta Real” en la Mina El Pique (Álvarez Cortés, 2007:40), específicamente en las labores del frontón Campino (frontón = parte del muro de una veta). Se trató, nuevamente, de una extraordinaria mineralización de bornita o “bronce morado” (Vicuña Mackenna, 1883:220).
- 1853. Conclusión de los trabajos de la mina El Pique. (Nazer, 1994:70).
1853 hasta c. de 1865 (periodo de auge): Durante su auge, el cerro de Tamaya “…contenía tres sistemas de vetas: la veta oriental, relativamente pobre en minerales; la veta central, extremadamente rica; y las vetas occidentales, de poca importancia. La veta central fue explotada en toda su extensión durante el siglo XIX y en ella se situaban algunas de las minas de cobre más productivas de Chile en el siglo XIX. Entre ellas se contaban la mina Pique, de José Tomás Urmeneta; la Rosario, de Ramón Lecaros; la Chaleco, de Bernardo Solar Marín; y la San José, de la sociedad de Silva y Rivas. Esta veta consistía en dos vetas paralelas que se inclinan hacia el oeste (…), uniéndose en ciertas partes formando grandes bolsones de mineral. De estas vetas centrales, la ubicada hacia el este tenía un grosor de cerca de dos metros en promedio, alcanzando en algunos lugares un grosor de 6 metros y contenía mineral de hasta 50 por ciento de ley”. La ley promedio de los minerales extraídos en Tamaya sin embargo variaba de acuerdo a las diferentes minas y periodos. Por ejemplo, el intendente de Coquimbo informaba en 1854 una ley media de 40 por ciento para las minas de Tamaya pero en 1867 esa ley media había bajado a 20 por ciento mientras que en 1872 era de tan sólo 16,2 por ciento”. (Valenzuela, 2000:22).
- Urmeneta le solicita al ingeniero norteamericano Allan Campbell, que ya había participado en la construcción del ferrocarril Caldera-Copiapó en 1850, un informe con un plan para la construcción de un ferrocarril que uniera Ovalle y Tamaya con Tongoy (Vicencio, 2014:2).
- 1854. El Gobierno encarga un estudio a Horace Bliss sobre un camino carretero que uniera Ovalle, Tamaya y Tongoy (Vicencio, 2014:4).
- 1855. Urmeneta compra las minas de Canal y Portezuelo, propiedad de José María del Solar (Nazer, 1994:70).
- 1856. Se funda un Baile Chino en el mineral de Tamaya (Albás, 1943:110-111, citado por Contreras, et al, 2014:98), vinculado al nombre de su jefe Francisco Lizardi Monterrey, pero que Albás no menciona (Contreras, et al, 2014:126). “El baile estaba compuesto por un abanderado, cargo que desempeñaba el propio Lizardi, quien además hacía de alférez, es decir, versificaba sus promesas, la historia del baile, las contingencias sociales, solicitando gracias y favores. Se sumaban un tamborero y dieciocho flauteros, que eran quienes tocaban y ejecutaban los pasos de danza” (Contreras, et al, 2014:133). “Francisco Lizardi Monterrey, el gran chino, cantor, comerciante y artesano ovallino de fines del siglo XIX y comienzos del XX que dejó una profunda huella en este sistema devocional” (Contreras, et al, 2014:302).
- 1857. Urmeneta compra la mina Guías de Pizarro, propiedad de Bernardo Solar Vicuña. Luego adquiere las minas cerca a la mina Pique: Crucerito, Achapaya, Durazno Nuevo, Honores Primera, Honores Segunda, Ventura y Rodeada (Nazer, 1994:70).
- 1858. “Una empresa particular construye un madero-carril el cual partiría desde Ovalle y se comunicaría directamente con el Puerto de Tongoy con un ramal al mineral.” (Bugueño y Cabrera, 2011:41).
1860-1864. Se presentaron dos informes sobre ferrocarriles, el primero a cargo de Barnard por un costo de $928.000 pesos y el segundo hecho por Campbell, Barnard y Buchanan por $622.000. La idea maduró al punto de que el Estado entregó la concesión de este proyecto de ferrocarril a través de una ley del 6 de septiembre de 1865 (Vicencio, 2014:4).
1867 (30 agosto). “Llegó el primer convoy a Tamaya el 30 de agosto de 1867, el mismo día que llegaba a la estación Higuerita el ferrocarril de Coquimbo a Ovalle” (Galleguillos, 1927, en Peña Álvarez, 2018:106).
- 1868. “Se concluye el tramo Tongoy-Tamaya del ferrocarril, el que llegaba hasta los pies de la mina San José” (Cabrera y Bugueño, 2019:32).
- 1869. “La mayoría de los administradores de las minas grandes de Tamaya solicitaron a las autoridades el cierre de las fondas y chinganas abiertas en ese mineral unos pocos meses antes. Estos administradores condenaban duramente el ausentismo y las riñas que el consumo de licor producía entre los trabajadores…” (Valenzuela, 2000:42).
- 1875. Fundación del periódico “El Tamaya” por el periodista Ramón Silva (Perry Lanas, 1931:146).
- 1875. Cénit de la actividad minera en Tamaya. Desde este año, los índices de producción y demográficos comienzan a bajar lentamente (Bugueño y Cabrera, 2011:78-81). Comienzan las primeras actividades de pirquinería, evidencia de que las actividades a nivel industrial comenzaban a decaer (Bugueño y Cabrera, 2011:80), al punto de que ya en 1884 Francisco Marcial Aracena mencionaba que Tamaya “…hoy arrastra una existencia precaria y raquítica” (Aracena, 1884:161).
- 1876. Según el Anuario Estadístico, en Tamaya estaban trabajando 3.045 trabajadores directos, siendo por lejos la mayor faena minera de la Provincia en comparación con otras (La Higuera, 1.255; Brillador, 480; Panulcillo, 604) (Ortega, et al, 2009:36). Sin embargo, la explotación del cerro se llevaba a cabo de forma muy dispersa y atomizada (Ortega, et al, 2009:37-38).
- 1877. Comienza una epidemia de viruela que hasta 1895, mataría a unas 3.000 personas (Álvarez Cortés, 2007:75).
1879 (junio). Se reclutan a un centenar de mineros de Tamaya para ser enviados a la guerra en el Norte Grande (García y Peña Velazco, 1896:33).
- 1880. Comienzan los enganches de trabajadores hacia las salitreras (Álvarez Cortés, 2007:76).
- 1884. Se instala una oficina del Registro Civil en el pueblo de El Oro, cuyo oficial fue Juan Eusebio Lujan. Esta dependencia sería trasladada a la Mina San José en 1894 hasta 1930 (Bugueño y Cabrera, 2011:71). Años antes, Lujan aparece como miembro de la comisión de instrucción primaria del pueblo (Bugueño y Cabrera, 2011:83).
- 1884. La producción minera del Cerro Tamaya “…comienza a decrecer (…) la extracción de minerales por el socavón Lecaros no superaban las 1.000 Ton. mensuales.” (Proyecto Tamaya, 1992:6).
- 1888. Enormes lluvias provocan derrumbes y deslizamientos en las quebradas de Culén y el Oro (Álvarez Cortés, 2007:78), además de inundaciones en las faenas de Tamaya, tal como indica Kuntz: “Ya en 1888 comenzó el agua a rellenar los planes” (1925:64).
1891 (marzo). Tropas balmacedistas, temerosas de que el ferrocarril sirviera a los intereses parlamentarios, dinamitaron los puentes entre los kilómetros 3-4 y 7-8 “…para impedir la pasada de los trenes hacia el interior”, destruyeron dos terraplenes y dañaron las locomotoras (Vicencio, 2014:10).
- 1894. Aumenta el trabajo de pirquineros, lo que evidenciaba la decadencia ya casi completa de las actividades industriales a gran escala en el Tamaya, según un informe de la Sociedad Nacional de Minería (Ortega, et al, 2009:163).
- 1894. Presentación musical de chinos y promeseros tamayinos en la “Exposición de Minería y Metalurgia” de la Quinta Normal de Santiago (Lavín, 1952:69).
- 1903. El cronista “José Silvestre” (cuyo verdadero nombre era Pablo Galleguillos), describe el estado de abandono de las instalaciones: “Una visita al mineral de Tamaya, hoy en día, contrista el alma al contemplar lo que queda de tanta grandeza, de tanta actividad de seres humanos ocupados en otro tiempo en la explotación de metales de cobre por valor de muchos millones de pesos. De lo que fue Tamaya ahora 30 años queda como testimonio, innumerables escombros de habitaciones, casas en ruinas que dejan todavía conocer su fastuosa construcción, maestranzas abandonadas, desmontes enormes, minas tapadas de agua o de disfrute, por todas partes faenas que fueron, y ahora testigos mudos de una época que pasó y prueba demostrativa de la laboriosidad humana”. (Silvestre, 1917:3).
- 1925. Se crea la Compañía Minera de Tamaya Unificada, agrupando a más de 125 pertenencias mineras y “… con el fin de reunir las minas más importantes y reanudar las faenas de explotación en gran escala con el empleo de un gran socavón para el desagüe y la extracción y de una planta grande de beneficio de los minerales. La Compañía tiene un área minera de 1.071 hectáreas que cubren las partes más importantes del mineral”. (Kuntz, 1925:64). La empresa inicia la “…recuperación de la mina, iniciando la construcción de un socavón de cortada desde el faldeo oeste del cerro Tamaya. Esta labor cortaría la veta 700 m. bajo la superficie para ubicarse por debajo del lente más importante del yacimiento (…) Este socavón fue bautizado como Socavón Quiroga en honor a la esposa de Urmeneta, Doña Carmen Quiroga.” (Proyecto Tamaya, 1992:6-7).
1925-1926. “En julio de 1926 la cia. firmó una opción de compra al señor David Bricker quien la traspasó a la American Smelting Co.” (Bugueño y Cabrera, 2011:102). Esta empresa continuó los trabajos en el socavón Quiroga, extrayendo mineral en disfrutes, pilares y puentes de alta ley (Proyecto Tamaya, 1992:7).
- 1929. La American Smelting Co. abandona los trabajos “… ya que el negocio les resulta poco atractivo” (Proyecto Tamaya, 1992:7).
1930-1950. Se comienzan a explotar los desmontes y disfrutes remanentes de antiguas minas que permanecían accesibles (Proyecto Tamaya, 1992:7).
- 1944. A raíz de una profunda crisis económica en el Limarí (bajos precios del cobre con la consiguiente paralización de faenas y escasez de alimentos en el comercio local), se instalaron casas compradoras de fierro y huesos, que estimularon el desarme y desmantelamiento de las instalaciones mineras e industriales en el Tamaya (Álvarez Cortés, 2015:25-26).
- 1947. Reapertura del Mineral de Tamaya, ahora bajo la compañía Tamaya de Punitaqui que “…recibió gran número de jóvenes para trabajar en las minas y planta concentradora de minerales. Ahí tuvieron la oportunidad de ser contratados varios jóvenes en edad para el trabajo, amigos y conocidos de Camarones y de Talhuén. Ese mineral contaba con excelentes poblaciones, ellos se veían muy bien vestidos, por lo que se podía deducir con toda seguridad, que empleados y obreros gozaron de buenas remuneraciones de esa Compañía minera. (…) En el año 1948 la empresa se propuso bajar los desmontes de las antiguas minas de Tamaya, a la planta concentradora de los Mantos de Punitaqui. Lo que significó una gran noticia para Ovalle y sus poblados, porque después de casi un siglo transcurrido el viejo mineral, volvía aparecer en las primeras páginas noticiosas de algún diario de Ovalle. Noticia que, sin dudas, tuvo muy buena acogida en los jóvenes lugareños y mineros padres de familias, que tenían la imperiosa necesidad de trabajar.” (Álvarez, 2015:29).
- 1953. La Compañía Minera de Punitaqui se encargó de rehabilitar, “…arreglar y desaguar el socavón de la Quiroga” (González Pacheco, 1954:47), “… iniciando la construcción de campamentos para las familias.” (Álvarez, 2015:33).
- 1956. La Compañía Minera Tamaya “… pone en funcionamiento una planta de flotación de sulfuros con capacidad para 400 ton/día, con el propósito de beneficiar los disfrutes y pilares remanentes de las minas. Durante ese año se habilitaron más de 1.400 m de galerías, y se conectó el socavón Quiroga con la boca del pique Dichosa, del otro lado del cerro. La extracción de los minerales de estos trabajos se realizaba por el socavón Quiroga, y eran sacados por un pequeño tren, con treinta carros, de una tonelada cada uno.” (Proyecto Tamaya, 1992:7).
- 1969. “Un accidente producto de un bolsón de agua inutiliza las instalaciones de la mina Quiroga” (Cabrera y Bugueño, 2019:32). El relato de este enorme accidente es relatado en Bugueño y Cabrera (2011:104-105).
1970 (principios de). Se continuaron los trabajos mineros a través CORFO hasta su paralización definitiva en 1978, a causa de los bajos precios del cobre (Proyecto Tamaya, 1992:7).
1990 (década). “La única actividad minera de cierta relevancia (…) es la explotación de los desmontes, los cuales son beneficiados por un contenido de óxidos. Este material, es tratado en la planta La Cocinera de ENAMI, en Panulcillo” (Proyecto Tamaya, 1992:12). Aún hay reservas de minerales del tipo óxidos en estos desmontes explotados artesanalmente. Los desmontes más explotados en la década de 1990 eran: Desmonte Campanil, Desmonte Almagre, Desmonte El Pique-El Chaleco, Desmonte San José-Dichosa, Desmonte El Rosario, Desmontes Las Arenillas y Desmontes Las Mollacas (Proyecto Tamaya, 1992:48).
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